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Trazando Santiago

Dos semanas más tarde, nuestro alarife, un tuerto de apellido Gamboa, hizo el trazado clásico de la ciudad. Primero designó la plaza mayor y el sitio del árbol de la justicia o patíbulo. De allí, a cordel y regla, sacó las rectas calles paralelas y perpendiculares, divididas en cuadras de ciento treinta y ocho varas, formando ochenta manzanas, cada una dividida en cuatro solares. Los primeros palos plantados fueron para la iglesia, en el sitio principal de la plaza. «Un día esta modesta capilla será una catedral», prometió el fraile González de Marmolejo, con la voz temblorosa por la emoción. Pedro reservó para nosotros la manzana del norte de la plaza y distribuyó los demás solares de acuerdo con la categoría y lealtad de sus capitanes y soldados.

Inés del alma mía
Isabel Allende
Plaza & Janés
Página: 115
Año de publicación: 2006
Genero: Narrativa