Luces del bicentenario
Seis potentes reflectores, en dos grupos de tres y en colores blanco, azul y rojo iluminaban el cielo a cada costado de las fuentes de la Plaza de la Ciudadanía. El halo de uno de ellos hacía que la silueta del médico Pablo Sandoval se difuminara en la fachada sur de La Moneda. El ginecólogo, de un metro ochenta y cuatro y de pelo castaño oscuro con disimuladas canas, caminaba en medio del ruido que producían los grupos electrógenos situados a los costados del palacio, bordeando una de las piletas al tiempo que sus ojos eslavos y sensuales —según decían amigas de su ex esposa—, recorrían la explanada que se prolongaba hasta el Parque Almagro. Allí, en medio de la Alameda imaginó, iluminada e interrumpiendo su visual, una gigantesca bandera chilena.