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Bicentenario 2

Tomaron la estrecha calle Monjitas. Al llegar a la Plaza de Armas, Marcela se tranquilizó levemente y observó el ornamento de los edificios públicos: la Municipalidad, la Catedral, el Correo y el antiguo edificio de la Real Audiencia, adornados con escarapelas tricolores y banderas. El Honda ronceó las ruedas que chirriaron al virar de Catedral hacia Teatinos, enfilando raudo las tres cuadras con dirección sur. En cada esquina había policías cercando las intersecciones laterales. El centro de la capital estaba muerto de actividad civil y los únicos testigos parecían ser, aparte de las fuerzas especiales, los contenedores de basura. Al llegar al cruce con Agustinas, el palacio emergió ante sus ojos, la Plaza de la Constitución estaba completamente embanderada y cada una de las astas del Palacio de Gobierno. Tras éste emergían los dos haces tricolores que iluminaban el cielo.

La semana en que se juntan los siglos
El Autor (anónimo)
Tags: Santiago