Represión austral
cuatro días después del asalto y destrucción de la Federación de Estudiantes, la Liga patriótica de Punta Arenas, con la complicidad de oficiales del Batallón Magallanes, que cubierta la cara con antifaces dirigían a soldados de ese batallón, de los carabineros, de los agentes de Investigaciones, del prefecto de policía, de los empleados del Resguardo Marítimo, asaltaron e incendiaron, de acuerdo, además, con los bomberos de la ciudad, que no acudieron, la Federación Obrera de Magallanes. “Se rodeó el edificio —dijo el diputado Nolasco Cárdenas, hablando en la Cámara—, sin tener miramientos con el local de la Sociedad Portuguesa de Zapateros, que está situada a espaldas de la Federación, y que también fue asaltada, pasando por ese local la policía llevando a la cabeza un oficial —no entiendo en la carta si se llama Canales o Carrera—. Este oficial procedió en la forma más ignominiosa, más infame y villana. No sólo hizo dar de balazos a los obreros que estaban en el fondo del local de la Federación, sino que entró a él y encontró allí a seis obreros indefensos, que tenían por misión apagar el incendio; fueron heridos y ultimados en la forma más canallesca, en forma que no se habría justificado ni siquiera tratándose de bandidos, que al fin y al cabo nuestras leyes rodean de alguna garantía para que no sean castigados sin trámites previos. Allí se procedió a matarlos a culatazos, y como no fue posible hacerlo en forma rápida, quedaron cinco personas moribundas, que no podían escapar; procedieron a incendiar el edificio, y, ardiendo el edificio, no sacaron a esos ciudadanos, que no podían arrancar. ¡Se quemaron vivos todos ellos y a los que trataban de escapar se les empujaba hacia el interior para que se quemaran también!