PLAZA DE ARMAS Y ALREDEDORES.
… el ave se vino a tierra en picada y sus vísceras quedaron regadas en las baldosas del paseo público… Aunque el episodio parece insólito, para los antiguos residentes de la ciudad no reviste ninguna extrañeza: estas aves han constituido un insoluble problema municipal, arrastrado por muchos años. Sucede que los jotes siempre han señoreado en la Plaza de Armas y sus alrededores… Se han tomado el Reloj de los Ingleses, la cúpula del Odeón, los ramajes de los árboles y las cornisas y entretechos de cada uno de los edificios circundantes. Por las tardes, las torres góticas de la catedral se recortan contra el cielo ribeteadas de estas aves profanas. Hasta la misma cruz de la torre central, para horror de los feligreses, se transforma en una espantosa cruz de jotes, acurrucados unos junto a otros, como viudos con frío.