El Barrio Chino
Quién les quita lo bailado, literalmente lo bailado, en el Zeppelin, en el Scandinavia, en el American Bar, «su casa», o los buenos tragos bebidos en los bares que rodean la Plaza Echaurren conversando de tanta vida con las prostitutas que calientan el cuerpo con un vaso de vino antes de iniciar su nocturno trabajo. Y las parrandas con los amigos y los asados en el club de rayuela donde la carne navegaba en un mar de tinto. Y las muchachas de hermosas pantorrillas de tanto subir las cuestas, algunas ariscas, otras amorosas como novias. También están los trabajos, donde se sintieron mal pagados, humillados, estrujados, adoloridos de los brazos y la espalda, pero al fin la conciliadora nostalgia hará que los recuerden con un sutil aire dulce-amargo.