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El cañonazo de las 11:45

Cierta tarde de invierno, el 29 de Junio, sale de la Caleta del Membrillo, por la bahía, la procesión de San Pedro, patrono de los pescadores. Cierta Noche, al rayar el alba del Sábado Santo, salen de la Merced y de San Francisco en el Barón, las procesiones del Cristo Resucitado. Nada de eso conocen los que no son porteños. Como no saben, de cómo se quema a Judas en la plazoleta de la Matriz. Y con su gradería de piedra, su vieja iglesia y su dédalo de callejuelas y tiendecillas, con sus palomas y sus campanas, uno cree estar en Roma, aunque yo en Roma recordara mi vieja parroquia porteña. Tiene Valparaíso su misticismo y su humorismo. No olvido por ejemplo, la excentricidad de aquel Oficial de Marina que se jugó su carrera, en la absurda apuesta de que adelantaría el cañonazo de las doce. Y lo adelantó de un cuarto de hora. Tuvo el gusto de ver cómo las tiendas se cerraban precipitadamente y corrían desoladas las gentes y perdían el tren , porque partían los trenes antes de la hora. Lo pagó con su destitución inmediata. Yo lo conozco. Trincamos juntos alguna vez en el Bar de los Imprevistos y me habla melancólicamente de ese momento impagable de su destino, sin remordimiento ni arrepentimiento

Prólogo a Ruta de Sangre
Augusto D'halmar
Zig-Zag
Página: 168
Año de publicación: 1964
ISBN: 9789561212466
Genero: Crónica
Recomendado por: Luis Aguirre