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Cerro del Ancla

En los trágicos cerros de Antofagasta, que podrían servir de cabellera a la tormenta, está pintada un ancla de 18 metros, que ordenara a hacer en 1868, don Jorge Hicks, días antes que el primer barco trajera a este puerto la emoción que colinda con los horizontes. Sería esa ancla la que enraizara en Antofagasta la vida ardiente del mundo…
Era símbolo cálido y necesario.
Clavería, un minero completo, tal si catease en los comienzos del cielo, la pintó en lo alto del cerro; y, allí, se quedó ella frente al mar, que pasa en su corcel bullicioso y celeste.
Cuando los barcos emproan hacia Antofagasta, esta ancla –que está como colgando de las nubes- parece salirles al encuentro para sujetar, por siempre, su rumor de otras mareas…

Hombre de cuatro rumbos
Andrés Sabella
Editorial Orbe
Página: 36
Año de publicación: 1966
Tags: Antofagasta