EL OCÉANO. LLEGA EL OCÉANO.
Mas pronto, en un recodo del camino,
el sol reapareció, amarillo y blanco.
Se abrieron las quebradas y la niebla:
abajo un animal grande y extraño,
un extenso animal azul y verde,
vivo, con una voz de truenos y relámpagos.
Con un cuerpo infinito, en movimiento.
Espuma era su pelo enmarañado.
El Océano. Era el terrible, inmenso mar
golpeando las arenas con su llanto.
Corriendo hacia las playas. Levantándose
cargando a sus espaldas a los barcos.
Una pampa tan húmeda, tan honda.
En vez de tierra sus mojadas lenguas.
En vez de riscos, peces, campanarios.
Cuando estuve a su vera lo toqué.
Tenía el flanco perfumado y blanco.
Nos miramos. Reímos. Comprendiendo.
Éramos ambos como dos gitanos.
No olvidaba la pampa en que nacimos.
Era otra pampa para el desamparo.
Me apreté el pecho para contenerlo:
¡mi corazón era un dichoso pájaro!
¡Y el amor vino con su fuego denso!
¡Yo no podía imaginar el caso:
Tenía entre mis manos a otro hogar
sin perder el que había abandonado!