El curanto
Llegaron a casa de don Ciriaco cutando ya eitaba encendido el fuego dell curantto y las piedras chisporroteaban. Alrededor de la fogata se alineaban cargas de pangues, ampes, hojas de col y retoiios de maqui y arrayin. Mis all;, don Ciriaco, valihndose de un hualato, cortaba 10s cuadros de ctsped para la tapa. Lias mujeres iban de un lado a otro transportando artezas con inilcim, canastos de papas, litas con me16 de linaza, chungas !de agua y llapas de diversos ramaiios. Niiios provistos de peque6 s canastos cogian presurosos las habas y afvlejas verdes. Una viejeecita, arropada en UII chal de color scdferino, pelaba chalotas; de cuando en caando interrum,pia su trabajo para afirmar el pucho de cigarro que se habia puestosobre la sien, para aliviar la jaqueca. -iYa estin limpias las piedras! - grit6 don Ciriaco. AI momento fueron acercindose a1 hoyo del curanto 10s niiios y mujeres con 10s rxnastos Ilenos de quil'mahlues, tecas, navajuelas, arvejas, habas y papas; otros llevaban callanas, repletas de chapaleles, y litas con redondos rnilcaos. --Griten chicos, para que los mariscos abran luego sus conchas -- animó don Evaristo. Y los chicos, las muchachas y los mozos gritaron festivamente. Los canastos de mariscos se vaciaron sobre las candetes piedras, en medio del griterío de los muchachos. Sofía y Leonila los iban cubriendo con hojas de pangue; sobre ellas depositaban las papas, las habas, los milcaos, tiras de chorizos, chapaleles y algunos pescados"